De repente todo se vuelve tan simple que asusta. Perdemos las necesidades, se reduce el equipaje.
Las opiniones de los demás, son realmente de los demás, incluso si son sobre nosotros; no importa.
Abandonamos las certezas porque ya no estamos seguros de nada. Y no nos hace falta. Vivimos de acuerdo a lo que sentimos.
Dejamos de juzgar, porque ya no hay bien o mal, sino más bien la vida que elegió cada uno.
Finalmente entendemos que todo lo que importa es tener paz y tranquilidad, es vivir sin miedo, es hacer lo que alegra el corazón en ese momento. Y nada más.
Cuando descubrimos todo eso es cuando llega la satisfacción plena, la verdadera felicidad.
Tengo la certeza de que mi equilibrio personal está ligado a la sencillez con que analizó los hechos sin darle ni más ni menos importancia de la que tienen.gracias Lupe
Gracias Emilio por tu aportación, sin duda vivir momento a momento sin juzgar y como tú bien dices sin darle ni mas ni menos importancia a las situaciones, es un arte;una manera de vivir que se elige de manera consciente y no siempre es fácil sostenerse ahí, sobre todo cuando recibes una fuerte sacudida, y eso es lo bueno de estos textos, que te anclan ,que inspiran, que nos advierten de que no perdamos nuestro camino,nuestro norte…
No es extraño que tengamos que reorientarnos.
lupe. gracias